INFLACIÓN
El aumento de precios se ha convertido en un fantasma que sigue al negocio inmobiliario e impide su recuperación.
La evolución que sigue la economía de Estados Unidos, que en 40 años no había experimentado un impacto material en el gasto de los consumidores, a partir del fenómeno de la inflación es la muestra.
Un estudio de Cushman & Wakefield señala las interrupciones en la cadena de suministro, la reapertura económica y los precios de la energía como los factores que representan dos tercios del aumento de precios.
Y no sólo eso, estos factores podrían ser menos agudos, sin embargo, el anuncio de la Reserva Federal de ese país (FED) de incrementar las tasas de referencia, pudieran generar nuevas presiones por el aumento en el precio del dinero y afectar la demanda de bienes duraderos.
Un tema que pudiera favorecer el desempeño en esa economía es el gasto del consumidor que se mantiene en niveles positivos, pero el aumento de precios puede desequilibrar el indicador.
El gasto del consumidor con la normalización de la demanda de viajes, entretenimiento y consumos sociales, se ven como aspectos que ayudarían a la normalización.
En el ámbito inmobiliario, este entorno se espera una recuperación en nichos como la comida rápida, ropa y tiendas de precios bajos.
El gasto promedio de un consumidor estadounidense es de 276 dólares adicionales al mes en artículos comestibles y gasolina, producto del incremento de precios.
Por ende, según este análisis, los aumentos bruscos en el precio de bienes y servicios pueden reducir la demanda de consumidores y desencadenar una cadena de eventos que orillen a un período más prolongado de recesión para una economía en que el gasto del consumidor representa 70% del Producto Interno Bruto (PIB).
No obstante, un manejo inflacionario cercano a 2% ha ayudado en los ciclos económicos es visto como un signo de demanda y crecimiento económico.
Con todo, es un hecho que un nivel de 7.5% la inflación más alta en 40 años es relevante por el impacto que genera en el gasto del consumo de la economía más grande del mundo.
Este número es resultado de las interrupciones que dejó el fenómeno recesivo por la pandemia, con impacto en la oferta y demanda.
El cierre de las fábricas en el mundo detuvo la producción y el comercio, e incluso cuando abrieron la producción de bienes creció de manera intermitente, con un efecto en las cadenas de suministro que se volvieron impredecibles y desarticuladas.