GUERRA DE TASAS

En un ambiente de franca incertidumbre macroeconómica por el COVID-19, los bancos parecen haber iniciado una férrea competencia por compradores que buscan hipotecas, pero que dudan ante un compromiso de largo plazo.

Basta ver el pasado reciente. Hacia 2017, el crédito hipotecario en México había atravesado por altibajos que generaron experiencia una cartera robusta con beneficios al consumidor final, debido a la competitividad en tasas que igual llevó a una guerra por atraer mercado entre los bancos comerciales.

En ese momento de inestabilidad e incremento en las tasas de interés, distintas instituciones financieras lograron continuar con el dinamismo en la colocación. La lógica con una tendencia a la baja que inició a mediados de agosto de ese año, era que los bancos habían mantenido las tasas en un rango de entre 10.3 y 10.4%.

Información de la Asociación de Bancos de México (ABM) indicaba que en el primer semestre del 2017 se colocaba 52% del monto previsto por el sistema financiero, que permitió un crecimiento de 7% en el número de hipotecas.

El anterior es un resultado positivo, pero que no tenía el dinamismo de años previos como en mayo de 2017, cuando el ritmo de crecimiento era de 9%, primer mes que se dejaba el nivel crecimiento de dos dígitos. Incluso los niveles de originación a través de Infonavit y FOVISSSTE en el mismo período, decrecían 9.5%, respecto al avance mencionado en los bancos.

La temporal estabilidad, sin embargo, no era suficiente. Aunque analistas preveían que las tasas de interés continuaban a la baja, faltaban elementos para robustecer el crédito y la capacidad de compra.

Un factor que permanece desde entonces latente en el mercado y es la colocación de crédito en mercado informal, que representaba hasta entonces 54% de la Población Económicamente Activa (PEA).

Si bien la situación actual podría haber profundizado el crecimiento de ese mercado, donde aparecen comerciantes, empresarios, profesionistas independientes, la realidad es que la banca en el contexto actual parece estar decidida a dar batalla con bajos costos del crédito.
Y no sólo eso, a partir del efecto negativo por el COVID-19 la banca reaccionó con la suspensión temporal pagos de hipotecas. Ahora algunas instituciones comienzan la batalla en la que parece ser una nueva era de guerra de tasas.

Es el caso de HSBC que esta semana anunció una mejora en los precios de los distintos productos hipotecarios que tiene en el mercado, como una estrategia encaminada a flexibilizar las condiciones financieras hacia los clientes en materia de pagos y liquidez.

Entre los planes figuran reducciones en las tasas, disminución de comisiones de apertura y el que dicen ser el Costo Anual Total (CAT) más bajo del mercado. Esta dinámica se genera en productos de cofinanciamiento, créditos de adquisición de vivienda a través del canal de desarrolladores, mejora o portabilidad hipotecaria, créditos de liquidez y las condiciones que siempre obtienen los clientes premiere.

De igual manera, al inicio del confinamiento, la institución había lanzado el programa “Aplaza 3”, que permitía aplazar durante 3 meses el primer pago de una hipoteca recién contratada, plan cuya vigencia era mayo pasado, pero lo extendió.

Casos similares están observándose en el mercado como resultado de la baja en las tasas de referencia, una tendencia que como hemos dicho se generó en 2015, época de la última una guerra de tasas.

Para los bancos este segmento podría ser coyuntural dado su potencial de crecimiento. A diferencia del peso que tiene el segmento hipotecario en su portafolio general de créditos en otros mercados desarrollados, en México el portafolio de créditos hipotecarios que representa aproximadamente 35% del negocio bancario a nivel nacional.

Son tiempos de oportunidades, pero también de enfrentar un reto común: la desconfianza que generan las consecuencias por la falta de control en los contagios que deja el COVID-19.

Artículo publicado en El Financiero|Bloomberg.