INVERSIONES CON IMPACTO

La sustentabilidad e impacto social son los ejes de la nueva rentabilidad inmobiliaria, basada en un modelo que ofrece una oportunidad real de abordar los problemas físicos a los que se enfrenta el sector inmobiliario y a la necesidad de ofrecer un estilo de vida más sostenible e inclusivo.

Es la forma en que el desarrollo de los negocios cambió ante el desafío de los aspectos sociales, ambientales y económicos del presente y en el mediano plazo.

Los cambios estructurales que enfrenta la industria inmobiliaria han dirigido el debate hacia la necesidad de generar modelos de negocios afines con la nueva visión.

Así surge la inversión de impacto que combina un deseo de rendimiento financiero con la intención expresa de generar resultados sociales y ambientales positivos.
Un estudio de Cushman & Wakefield (C&W) indica en este sentido, que al enfocar el capital en proyectos inmobiliarios que se dirigen a objetivos sociales y ambientales, la inversión de impacto en bienes raíces comerciales (CRE) tiene el potencial de dar forma al futuro del desarrollo sostenible e inclusivo.

“Reutilizar y reposicionar bienes raíces en los Estados Unidos, Europa y APAC no solo es una oportunidad de inversión rentable, sino también una invitación para crear un cambio social y ambiental, porque la inversión de impacto funciona por el bien del inversionista y de la comunidad en general”, puntualiza.

Desde esa visión, C&W cree que los bienes raíces, con su inherente importancia social y ambiental, ofrecen un inmenso potencial para la inversión de impacto. Dado que está en el corazón de cómo y dónde vivimos, los bienes raíces ofrecen una influencia mucho más allá de un edificio físico.
Incluye la comunidad y tiene el potencial de mejorar la calidad de vida al dar forma al entorno.
A su vez, los inversionistas pueden abordar desafíos sociales críticos invirtiendo estratégicamente en tres áreas de bienes raíces que impulsan un cambio positivo y ofrecen oportunidades reales para el impacto ambiental y social.

En materia de desarrollo sostenible basta indicar que el sector inmobiliario representa el 38% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Los inversionistas de impacto pueden apuntar a los edificios que se van a remodelar.
Lo anterior porque el 80 % de los edificios que existirán en 2050 ya están construidos, por lo que existe una creciente demanda de remodelación de edificios para cumplir con una legislación ambiental cada vez más estricta.

A su vez, la promoción de la eficiencia energética, la integración del suministro de energía renovable y las prácticas de construcción sostenible reducirán en gran medida las emisiones y crearán comunidades más respetuosas con el medio ambiente.

Existen comunidades que actualmente no tienen acceso a los bienes raíces que necesitan. Por lo anterior, las inversiones de impacto pueden enfocarse en mejorar el acceso a las compras, el ocio y las comodidades comunitarias, dando nueva vida a los vecindarios desatendidos.

Así, las inversiones en revitalización comunitaria fomentan la cohesión social, aumentan las oportunidades de empleo e impulsan el crecimiento económico.

Para atender la vivienda asequible, se requiere la participación de actores enfocados en edificar propiedades de alta calidad pero que aborde el problema apremiante de la asequibilidad de la vivienda y apoya la mejora de los estándares de vida.

Las inversiones de impacto pueden abarcar varias tenencias de vivienda, incluidas las sociales, asequibles, de mercado, alquiladas, de propiedad y de propiedad compartida, lo que garantiza la inclusión dentro de las comunidades.

En este sentido, indica el análisis, la inversión de impacto ofrece un enfoque transformador para alinear las ganancias con el propósito.

Un estudio de 2022 realizado por Global Impact Investing Network2 estima que el marketing de inversión de impacto global es de alrededor de $ 1,2 billones de dólares y se espera que esa cifra crezca a medida que la demografía cambiante y los valores de los inversores continúan evolucionando.

La Generación X, los Millennials y la Generación Z, por ejemplo, exhiben una mayor demanda de inversiones que se alineen con sus valores sociales y ambientales.

A medida que el dinero y los activos pasen de los baby boomers a las generaciones más jóvenes, se les confiarán aproximadamente $84 billones para 2045.

Es una transferencia de riqueza, una fuerza impulsora importante detrás del creciente impulso de la inversión de impacto, lo que indica un cambio hacia una sociedad más consciente y responsable con un enfoque de la gestión patrimonial.

“Lograr un equilibrio y realizar una diligencia debida exhaustiva es clave para garantizar que las inversiones se alineen con los objetivos sociales y financieros. Los desafíos de medición e informes también requieren marcos estandarizados para evaluar con precisión el impacto y evitar el lavado verde”, sugiere el documento.

Concluye que canalizar capital hacia proyectos inmobiliarios, que impulsan un cambio positivo, es el catalizador para el desarrollo sostenible, comunidades equitativas y un planeta más saludable.